lunes, 16 de marzo de 2009

Sonata para María

Abre los ojos. El sitio apesta a sangre. ¿Dónde perdió la conciencia Z? Ya no lo recuerda. Todo es un carrusel de imágenes. La boca seca. El dolor insoportable de cabeza. Y ese olor a carne muerta.
Z vomita. Un recuerdo vago también escapa de golpe. Como el fluido gástrico que emana turbio de su boca. María era el presente. Un regalo. ¿No es amor lo que deseamos todos? Sólo que Z confundió amor y lubricidad. ¿Pero, no es también lúbricos como somos todos?
La habitación es oscura. Como la existencia. Z se levanta. Paquidermo torpe intentando encontrar el punto de equilibrio. Resbala con algo viscoso. Cae. Intenta nuevamente articular huesos y tendones. Inútilmente. Vuelve a caer. ¿No es así vivir también?
Abre los ojos. El olor a sangre ya no hiere sus fosas nasales. Un insecto corre aprisa por su mano izquierda. Un escalofrío. Después rabia. El insecto estalla bajo una violenta caída de la mano derecha sobre el hombro. A todo se acostumbra el ser humano. Como las cucarachas que siguen corriendo por el cuerpo de Z. Un alarido.
Z llora. Como sus lágrimas también corre la memoria. Clara como lágrima. María le invitó a su casa. La bebida. El amor del borracho. Intenso, calórico y pasional. Besos. Caricias. Apagar el miedo a estar sólo. María que es Mario. Después la rabia. Un insecto corre aprisa por su mano izquierda. Un escalofrío. Después la inercia. El insecto estalla bajo una violenta caída de la mano derecha sobre el antebrazo. A todo se acostumbra el ser humano. Como las cucarachas que siguen corriendo por el cuerpo de Z. Un nuevo alarido.
La habitación sigue oscura. Viscosa. Ahora Z lo recuerda mejor. Se levanta. Pesado paquidermo que logra encontrar por fin el equilibrio. Abre las ventanas. La luz y la memoria nítidas. El cuerpo de María-Mario mutilado. La sangre corre aún. Z vomita. Y vuelve a caer. ¿No es así vivir también?

(De mi nuevo libro Chiquero Metropoli)

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